Acacias, guindos, álamos, nogales,
casas derruídas, calles cenicientas,
huertos añosos, desoladas ventas,
pardos y melancólicos tapiales.
Abren su flor de nieve los perales,
corren las limpias aguas soñolientas,
y en la quietud claustral, como aves lentas,
pasan mis grises horas provinciales.
Más soy feliz. Bajo el poniente rosa,
agua es mi alma, transparente y pura;
mi verso, suave esquila melodiosa.
Y en el instante que en mi amor perdura,
mi sed se abreva en música olorosa,
en claro olvido y soledad segura.
casas derruídas, calles cenicientas,
huertos añosos, desoladas ventas,
pardos y melancólicos tapiales.
Abren su flor de nieve los perales,
corren las limpias aguas soñolientas,
y en la quietud claustral, como aves lentas,
pasan mis grises horas provinciales.
Más soy feliz. Bajo el poniente rosa,
agua es mi alma, transparente y pura;
mi verso, suave esquila melodiosa.
Y en el instante que en mi amor perdura,
mi sed se abreva en música olorosa,
en claro olvido y soledad segura.
Alfredo R. Bufano
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