Cae sobre la ciudad
la ceniza minúscula y tenue de la lluvia.
¡Qué grato es en un día como éste acariciar
un inocente sueño de ventura!
Mientras cae la lluvia, yo acaricio mi sueño:
un día las mujeres serán todas hermanas;
la ramera, la púdica,
la aristócrata altiva y la humilde mucama.
Irían por las calles llevando como emblema
una sonrisa alegre y una mirada franca,
y así, sencillamente,
se ofrecerían a todos los hombres que pasaran.
Ellos se tornarían
tan buenos como el sol, como el pan, como el agua:
su dicha cantarían todos los oprimidos
suavizadas sus manos, su gesto y sus palabras.
Bajo los cielos límpidos, banderas de alegría,
desplegados sus paños como alas
cual si quisieran cobijar a todas
las mujeres que un día supieron ser humanas.
(Sigue cayendo sobre la ciudad
la ceniza minúscula y tenue de la lluvia.
¡Qué grato es en un día como éste acariciar
un inocente sueño de ventura!)
Clara Beter
en Versos de una..., 1926.
en Versos de una..., 1926.
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