Abre la puerta…


Abre la puerta la bestia y tiembla
—cuando vuelva
me rodearé de helechos
y haré del aire sangre y linfa.
La pesada piel se habrá disuelto
al abrir la puerta la bestia.
Me alzo en el sueño y lo repito, sin voluntad,
como era en la inmovilidad de la piedra.
La ola sale del ojo, de la tierra abierta
—arrojo lascivos susurros.
La voz es la sombra, es el cuerpo.
Razón, punto de luz,
cae derrumbado el árbol de equilibrio.
 
Liliana Ponce
en Teoría de la voz y el sueño, 2001.

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