Enrique Banchs

Buenos Aires, Argentina, 8 de febrero de 1888 - 1968.
Sombra / Simples palabras / La Urna: * / **/ ***.

>Enrique Banchs: Poeta olvidado, poeta del olvido, Vanesa Ledesma Urruti.
 

Sombra

Si la muerte es final, total olvido,
el alma, en ese sueño no sentido,
nada es, pues no sabe que ha vivido;
nada, pues de sí misma está vacía.

O, acaso, sombra es de lo que ha sido,
y en vena vana hay eco de un latido
y oye caer en ilusorio oído
hojas secas de extinta melodía.

Sombra. Sombra de todo lo perdido,
reflejo que por siempre ha recogido
fugaz amor e instante de agonía,
y por siempre, en el Tiempo detenido,
sueña que es cierto su vivir mentido
porque espera la muerte todavía.

Simples palabras

No trabajes el verso
con amor prolongado.
Sea como paloma
que se va de la mano.
La dulce estrofa siempre
un poco de alma exhala
Más que gota de libro
sea gota de sangre.
Pero más a menudo
sea gota de alegría,
y próvida reparta
la cordial sonrisa.
Que no tenga en tu vida
mucha importancia el verso.
Tú que los haces sabes
que poco vale eso.
Haz como algunos hombres
que trabajan seis días
y los domingos podan
unas plantas queridas.
Trabaja tus seis días
y en la aurora de Dios
pódate el buen rosal
que está en tu corazón.
 
 
La Urna

*

La firme juventud del verso mío,
como hoy te habla te hablará mañana.
Pasa la bella edad, pero confío
a la estrofa tu bella edad lejana.

Y cuando la vejez tranquila y fría
del color virginal te haga una aureola,
no sabrá tu vejez mi estrofa sola,
y te hablará cual pude hablarte un día.

Y cuando pierdas la belleza, aquella
adolescente, el verso en que te llamo,
te seguirá diciendo que eres bella.

Cuando seas ceniza, amada mía,
mi verso todavía, todavía
te dirá que te amo.


**

¡Cuánto escribí!... Y sin embargo nada
ha dicho un poco, un poco de mi ser;
¡cuánto he deseado! Y vedme: ¿qué deseada
cosa llegué a tener!

¡Cuánto lloré! Mas ¿qué misterio es ese
que yo he sentido y para qué no sé?
Porque lo mismo estoy cual si no hubiese
llorado nunca. ¿Para qué lloré?...

¡Oh, noche! apaga como a un cirio mi alma.
No me dejes pensar, soñar, sentir,
no me digas que quise.

¡Oh, noche! envuelve con tu dulce calma
tanta inutilidad, tanto vivir
en vano, y lo que soy y lo que hice...
 

***
 
Todo esto es bueno y tiene misteriosa
gracia. Y alrededor todo es dulzura
y rebosa alegría cual rebosa
la penumbrosa pérgola frescura.

Como es su deber mágico dan flores
los árboles. El sol en los tejados
y en las ventanas brilla. Ruiseñores
quieren decir que están enamorados...

¡Dios mío, todo está como antes era!
Se va el invierno, viene primavera,
y todos son felices; y la vida

pasa en silencio, amada y bendecida;
nada dice que no, nada, jamás...
Pero yo sé que no la veré más.

Enrique Banchs

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