Yo te guardo, recuerdo luminoso y riente,
que en el fondo de mi alma tan voluptuosamente
te tiendes, como el amo de mi sombre interior.
Te amo por imposible, porque eres del pasado,
porque la dulce angustia de llevarte guardado
pone en mis labios rojos perfumado sabor.
Porque eres el trasunto de una loca ilusión
que se quebró en mi vida en plena floración.
Y porque eres por siempre al espíritu mío
la copa no apurada y la caricia trunca,
que así, toda belleza no nos cansara nunca
librándonos por siempre del polvo del hastío.
A pesar de la amarga tristeza de tu ida,
gracias, por el encanto de la hora vivida.
Yo te acuno y te guardo temblorosa y amante,
te acaricio y te canto melancólicamente,
aunque a veces me tornes más pálida la frente
por tu suave belleza acabada y radiante.
Beatriz Eguía Muñoz
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