París, Francia, 9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867.
Brumas y lluvias / La muerte de los pobres / Los Gatos / La metamorfosis del Vampiro /
Brumas y lluvias
¡Oh, finales de otoño, inviernos, primaveras cubiertas de lodo,
adormecedoras estaciones! Yo os amo y os elogio
por envolver así mí corazón y mi cerebro
con una mortaja vaporosa y en una tumba baldía.
En esta inmensa llanura donde el austro frío sopla,
donde en las interminables noches la veleta enronquece,
mi alma mejor que en la época del tibio reverdecer
desplegará ampliamente sus alas de cuervo.
Nada es más dulce para el corazón lleno de cosas fúnebres,
y sobre el cual desde hace tiempo desciende la escarcha,
¡oh, blanquecinas estaciones, reinas de nuestros climas!,
que el aspecto permanente de vuestras pálidas tinieblas,
—si no es en una noche sin luna, uno junto al otro,
el dolor adormecido sobre un lecho cualquiera.
La muerte de los pobres
Es la Muerte que consuela, ¡ah! y que hace vivir;
es el objeto de la vida, y es la sola esperanza
que, como un elixir, nos sostiene y nos embriaga,
y nos da ánimos para avanzar hasta el final;
a través de la borrasca, y la nieve y la escarcha
es la claridad vibrante en nuestro horizonte negro,
es el albergue famoso inscripto sobre el libro
donde se podrá comer, y dormir, y sentarse;
es un Ángel que sostiene entre sus dedos magnéticos
el sueño y el don de los ensueños extáticos,
y que rehace el lecho de las gentes pobres y desnudas;
es la gloria de los Dioses, es el granero místico,
es la bolsa del pobre y su patria vieja,
¡es el pórtico abierto sobre los Cielos desconocidos!
Los Gatos
Los amantes fervorosos y los sabios austeros
gustan por igual, en su madurez,
de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.
Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
buscan él silencio y el horror de las tinieblas;
el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres
si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.
Adoptan al soñar las nobles actitudes
de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
Sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas.
La metamorfosis del Vampiro
La mujer, entretanto, de su boca de fresa,
retorciéndose cual una serpiente sobre las brasas
y estrujando sus pechos en la cárcel de su corsé,
dejó correr estas palabras impregnadas de almizcle:
—"Yo, yo tengo los labios húmedos, y conozco la ciencia
de perder en el fondo de un lecho la antigua conciencia.
Yo enjugo todas las lágrimas sobre mis senos triunfantes,
y hago reír a los viejos con risa de niños.
¡Reemplazo, para el que me ve desnuda, y sin velos,
la luna, el sol, el cielo y las estrellas!
Yo soy, mi sabio querido, tan docta en voluptuosidades
cuando ahogo un hombre entre mis brazos temidos
o cuando abandono a sus mordeduras mi busto,
Tímida y libertina, y frágil y robusta,
¡Que sobre estos acolchados, desmayándose de emoción,
los ángeles impotentes por mí se condenarían!"
Cuando hubo de mis huesos succionado toda la médula,
y yo lánguidamente me volví hacia ella,
para devolverle un beso de amor, ya no vi más
que un odre con los flancos viscosos, ¡todo lleno de pus!
Cerré los dos ojos, en mi frío espanto,
y cuando los reabrí a la claridad viviente,
a mi vera, en lugar del maniquí pujante,
que parecía haber hecho provisión de sangre,
temblaban tan confusamente restos de esqueleto,
que ellos mismos producían el sonido de una veleta
o de una muestra, al extremo del vástago de hierro,
que balancea el viento durante las noches de invierno.
¡Oh, finales de otoño, inviernos, primaveras cubiertas de lodo,
adormecedoras estaciones! Yo os amo y os elogio
por envolver así mí corazón y mi cerebro
con una mortaja vaporosa y en una tumba baldía.
En esta inmensa llanura donde el austro frío sopla,
donde en las interminables noches la veleta enronquece,
mi alma mejor que en la época del tibio reverdecer
desplegará ampliamente sus alas de cuervo.
Nada es más dulce para el corazón lleno de cosas fúnebres,
y sobre el cual desde hace tiempo desciende la escarcha,
¡oh, blanquecinas estaciones, reinas de nuestros climas!,
que el aspecto permanente de vuestras pálidas tinieblas,
—si no es en una noche sin luna, uno junto al otro,
el dolor adormecido sobre un lecho cualquiera.
La muerte de los pobres
Es la Muerte que consuela, ¡ah! y que hace vivir;
es el objeto de la vida, y es la sola esperanza
que, como un elixir, nos sostiene y nos embriaga,
y nos da ánimos para avanzar hasta el final;
a través de la borrasca, y la nieve y la escarcha
es la claridad vibrante en nuestro horizonte negro,
es el albergue famoso inscripto sobre el libro
donde se podrá comer, y dormir, y sentarse;
es un Ángel que sostiene entre sus dedos magnéticos
el sueño y el don de los ensueños extáticos,
y que rehace el lecho de las gentes pobres y desnudas;
es la gloria de los Dioses, es el granero místico,
es la bolsa del pobre y su patria vieja,
¡es el pórtico abierto sobre los Cielos desconocidos!
Los Gatos
Los amantes fervorosos y los sabios austeros
gustan por igual, en su madurez,
de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.
Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
buscan él silencio y el horror de las tinieblas;
el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres
si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.
Adoptan al soñar las nobles actitudes
de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
Sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas.
La metamorfosis del Vampiro
La mujer, entretanto, de su boca de fresa,
retorciéndose cual una serpiente sobre las brasas
y estrujando sus pechos en la cárcel de su corsé,
dejó correr estas palabras impregnadas de almizcle:
—"Yo, yo tengo los labios húmedos, y conozco la ciencia
de perder en el fondo de un lecho la antigua conciencia.
Yo enjugo todas las lágrimas sobre mis senos triunfantes,
y hago reír a los viejos con risa de niños.
¡Reemplazo, para el que me ve desnuda, y sin velos,
la luna, el sol, el cielo y las estrellas!
Yo soy, mi sabio querido, tan docta en voluptuosidades
cuando ahogo un hombre entre mis brazos temidos
o cuando abandono a sus mordeduras mi busto,
Tímida y libertina, y frágil y robusta,
¡Que sobre estos acolchados, desmayándose de emoción,
los ángeles impotentes por mí se condenarían!"
Cuando hubo de mis huesos succionado toda la médula,
y yo lánguidamente me volví hacia ella,
para devolverle un beso de amor, ya no vi más
que un odre con los flancos viscosos, ¡todo lleno de pus!
Cerré los dos ojos, en mi frío espanto,
y cuando los reabrí a la claridad viviente,
a mi vera, en lugar del maniquí pujante,
que parecía haber hecho provisión de sangre,
temblaban tan confusamente restos de esqueleto,
que ellos mismos producían el sonido de una veleta
o de una muestra, al extremo del vástago de hierro,
que balancea el viento durante las noches de invierno.
Traducciones de Eduardo Marquina
Charles Baudelaire, Las flores del mal, 1905.
Charles Baudelaire, Las flores del mal, 1905.
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