Entre un romper de olas descubro el monumento
De la que fue poeta y ante todo mujer.
La luz va declinando en apagarse lento
Y ya en el horizonte muere el atardecer.
Como dulce canción me llegan con el viento
Las palabras de otrora, recuerdos del ayer,
Y todo cobra vida, mágico, en un momento,
Igual que si de nuevo hoy la volviera a ver.
Me encuentro allá en la infancia junto a ella sentada,
Personaje irreal para mi ingenuo asombro,
Que apenas a nombrarla me resuelvo: "¡Alfonsina!"
A mi débil susurro responde embelesada,
Acercando —amorosa— mi cabeza a su hombro:
"¡Y tú eres Marilina y serás Marilina!"
Marilina Rébora
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