Se pedía a grandes voces:
—Que muestre las dos manos a la vez.
Y esto no fue posible.
—Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos.
Y esto no fue posible.
—Que piense un pensamiento idéntico, en el tiempo en que un cero
permanece inútil.
Y esto no fue posible.
—Que haga una locura.
Y esto no fue posible.
—Que entre él y otro hombre semejante a él, se interponga una
muchedumbre de hombres como él.
Y esto no fue posible.
—Que le comparen consigo mismo.
Y esto no fue posible.
—Que le llamen, en fin, por su nombre.
Y esto no fue posible.
César Vallejo
en "Poemas en prosa", 1922.
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