Soledades



De ayer estoy hablando, de las flores, 
de la fuerte agua, transparente y fría, 
del alma, de la luna abierta, ¡oh mía!, 
de un ángel dulce y solo en los albores.
 
De tantas noches secas y menores, 
del perseguido bien sin alegría; 
del aire, de la sombra y la agonía, 
de lumbres, cielos y arduos pasadores.
 
De ti, tiempo llegado y desprendido, 
que vas en mí y me dejas en velada: 
solitario, desierto y sin sentido.
 
Y encima de ti, vida delicada, 
cabello suave, quieto y advertido, 
la muerte sueña y mueve su morada.


 Ricardo Molinari

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