El astrónomo, el vate y el mentor se han reunido...
la montaña recoge la polémica agreste;
y en el aire sonoro de campana celeste,
las tres voces retumban como un solo latido.
Conjeturan fiebrosos del principio escondido...
luego el mago predice la miseria y la peste;
el poeta improvisa, mientras, vuelto al oeste,
el astrónomo anuncia que en Hispania ha llovido.
Ebrios de la divina majestad del tramonto,
los discursos se agravan... Es ya noche. De pronto,
arde en fuga una estrella... interrogan sus rastros
cual mil ojos abiertos al Enigma Infinito:
se hace triple el silencio del consejo erudito,
dedos entre la sombra se alzan hacia los astros.
la montaña recoge la polémica agreste;
y en el aire sonoro de campana celeste,
las tres voces retumban como un solo latido.
Conjeturan fiebrosos del principio escondido...
luego el mago predice la miseria y la peste;
el poeta improvisa, mientras, vuelto al oeste,
el astrónomo anuncia que en Hispania ha llovido.
Ebrios de la divina majestad del tramonto,
los discursos se agravan... Es ya noche. De pronto,
arde en fuga una estrella... interrogan sus rastros
cual mil ojos abiertos al Enigma Infinito:
se hace triple el silencio del consejo erudito,
dedos entre la sombra se alzan hacia los astros.
Julio Herrera y Reissig
en Los éxtasis de la montaña
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