Princesa de ojos negros con un fulgor de acero
que en mi cielo custodias una estrella de fe:
me aguardarás tres meses, un año, un siglo entero,
¡eternamente! En vano, que ya no volveré.
¿Recuerdas la partida del pálido viajero,
con el morral de ensueños, que para siempre fue?
Moría el blanco cirio del último lucero
de aquella azul mañana que nunca olvidaré.
Era el último instante de aquellos dulces días,
de nuestros caros sueños ... Albina: no sabías
que sin volver a vernos, "por siempre" cerrarás
aquellos ojos negros con un fulgor de acero,
que has clavado en el alma del pálido viajero
que partió una mañana para no volver más.
Ortiz Guerrero Manuel
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