Flojo el mar, con pereza
zarandea constante al viejo tronco
cada vez que respira
el mar, lo mueve un poco,
lo tira más allá, luego lo atrae,
y lleva horas en esto.
En esta pobre costa
con bloques de cemento carcomido
y carnaval de letras y papeles
el mar sigue jugando
sin ganas con el tronco.
Ni el mar se anima un poco,
y el tronco es un pelele
resignado a su suerte
y yo sé que los tres estamos aburridos.
Nelson Merren
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