Disculpe don Antonio no haberle escrito antes
Cuando la tristeza era como un vaso de aguardiente
Creciendo en las puertas abandonadas de su casa
Pero su alma
Tan parecida a los mandiles de los niños
Me ha hecho recordar los patios del colegio
Donde usted soñaba caminos de la tarde
Por eso le pido
Desde este bar lleno de azucenas y mendigos
Que nos hable otra vez de los membrillos en el campo
De las amapolas creciendo en la espesura de los bosques
Para no desfallecer como las cigarras en la noche
Mirando la llegada de las nubes
Y la llovizna inexplicable del fracaso.
Juan Cristóbal
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