Mirando las estrellas



    
    Nacimos en un misterio, despertamos en este mundo diminuto bajo un manto de estrellas como un bebé abandonado en un umbral, sin una nota que explique nuestro origen ni quiénes somos y cómo surgió nuestro universo, sin la menor idea de cómo terminar con nuestro aislamiento cósmico. Tuvimos que dilucidarlo nosotros mismos.
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    Nuestra mayor ventaja fue la inteligencia, especialmente nuestro talento para reconocer patrones, afinado a través de eones de evolución. Quienes eran buenos para detectar presas y depredadores o para distinguir las plantas venenosas de las nutritivas tenían más opciones de vivir y reproducirse, y sobrevivieron y transmitieron sus genes. Usamos este don para reconocer patrones en la naturaleza, las culturas alrededor del planeta miraban las mismas estrellas y encontraron imagenes diferentes allí.

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    Somos especialmente buenos para hallar patrones, incluso cuando todos estos en realidad no existen, es algo que se conoce como reconocimiento de patrones falsos. 
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    Ansiamos la relevancia, buscamos señales de que nuestra existencia personal tiene un significado especial para el universo. Para tal fin estamos demasiado ansiosos de engañarnos a nosotros mismos y a otros para distinguir una imagen sagrada en un emparedado de queso fundido, o de hallar una advertencia divina en un cometa.
 
 
Cosmos, A Spacetime Odyssey
When Knowledge Conquered Fear, 2014.

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