Se van olvidando de lo importante
se cortan las uñas, se arreglan el pelo
sin ver en el espejo el alma apaleada,
abofeteada por los años de olvido,
extranjera en su propio cuerpo.
Salen a la calle vistiendo perfectos,
apurados, seguros, sin ninguna convicción.
Simulando ser dueños de la tierra que pisan,
del aire que respiran, de las horas que gastan,
de las palabras que repiten para ocultar el temor.
Cuando ven en la esquina a un niño sonriendo
se muerden de envidia, le matan los sueños,
se aseguran de dejarles en claro que la vida no es juego;
porque les es más fácil hundir a los otros
que atreverse a salir del bonito cajón.
Cuando sobre ellos la tapa se cierre y les llueva la tierra
tendrán egoístas la eternidad para lamentarse
por lo que no dijeron y lo que fingieron no escuchar,
porque no se atrevieron a creer en sí mismos,
porque eligieron el camino más fácil: el de no luchar.
Victoria Montes
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