Corre el tren



Corre el tren. Las manos
de los postes devanan
la madeja de alambres telefónicos.

Corre, corre convulso. Sopla.
Se le tuercen los miembros
y le crujen los huesos,
como a un loco.
Las hebras grises, largas, largas.
Gris y largo, muy largo mi cansancio.

Corre el tren. La madeja
sube y baja, nunca termina,
nunca. Los párpados se cansan.

Como las gentes, se copian los paisajes,
siempre los mismos, siempre,
como acuarelas desteñidas van dentro.
Me dañan.
¡Tuerza el tren la carrera,
tuerza el tren la carrera!
 
 
María Isabel Peralta

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