Asesinato


 Cuando te sientas morir, cuando te sientas
cuando todo sea un torbellino de silencios y gritos
que confunden andenes con bienvenidas para otros
y muelles con adioses para ajenos que se exilian.
Entonces
acuérdate
que tuviste cuatro años encima del pelo y la timidez
con una tristeza anciana que los familiares atribuían
a tu rebelde desafiante atroz hambre de independencia
cuando era simplemente sed de ternura, soledad enorme.
Mira en torno, hay viudas de hombres vivos de afuera
y muchachos que buscan en las drogas una mujer asexuada
que suavemente les enseñe la dulzura de amar y ser amados
sin que el orgasmo sea un imperativo a cumplir, una ley.
Mira en torno, hay palabras que se usan como dentífrico
o preservativo, cotidiana, mecánicamente, sin conceptos
sin significado; con la impune tranquilidad de una siesta
de provincia que todos duermen porque es así, por costumbre.
Mira en torno, hay canciones que aúllan ternuras
lacrimógenas que nadie escucha porque importa el ritmo
las contorsiones del charlatán que sobre escenario
intenta reproducir lo que jamás supo hacer en la cama.
Entonces
acuérdate
que ellos, tus padres, no tenían derecho a hacerte crecer
en aquel gran patio de casona con verdes y animalillos
para luego arrojarte al baldío en que deambulas escribiendo
estupideces que a nadie le importan, ni aun a ti mismo.
Acuérdate
y mata aquella criatura de ojos claros; mátala.

Emma de Cartosio

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