Vi a mi país doblarse

Vi a mi país doblarse, contraerse,
de dolor y asfixia
bajo un infecto mar de propaganda.
Las gentes desoladas querían creer
en los destellos
y el país era una fiesta
próxima
en el destino ligero y cibernético.
Nadie imaginaba quedarse atrás
en el revuelo
que había traspasado los límites
innecesarios y trágicos
de la cultura de aldea,
de la economía de aldea
y de una historia
pérfida y frustrante.
Los malheridos y contusos
y hasta insomnes y excluidos
–que todo renacer
trae consigo–
eran apartados de la escena
con la cansada arrogancia
de quien aparta un trasto
o algo ya molesto.
Vi doblarse y contraerse
de dolor y asfixia
a mi país
y vi los gestos
desbocados de la absurdidad
y la inconsciencia.

Eduardo Dalter
en "Marcha de los desocupados", 2002.

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