Si tienes boca, bebe.
Aire de enero. Arden las hogueras en el páramo.
La niña es un papiro de maíz, inconcluso.
Una boca. Un ojo. Tres pechos. Triángulo.
Un lagarto azul se enrosca entre sus tripas
Su boca es una ameba triste... Fagocita.
Lecho vacío. Letrina. Él ya no viene.
Se aleja. Se proscribe en el delirio de la noche.
Y la niña sin nombre traga y trinca.
Un recipiente. Una fuente de luz. Un maná.
Un extenso pezón y una boca.
No importa si faltan los abrazos.
No importa el pan. La espiga ni la sal.
Y llegan los gritos de los muertos.
La guadaña es un reloj de arena.
Aquilón dispersa las escuálidas nubes.
Crece el secreto de la raíz y el tallo en el desierto.
Un cielo vertical protege su universo descalzo
Ha aprendido. Nadie elude la muerte.
Nadie elude la vida. Hierba de salvación.
Si tienes boca, bebe. Si tienes boca, besa.
Si tienes boca, habla. Si tienes boca, muerde.
Si tienes boca escupe. Si tienes boca incendia.
Y grita, grita, hasta sangrar tu nombre.
Aire de enero. Arden las hogueras en el páramo.
La niña es un papiro de maíz, inconcluso.
Una boca. Un ojo. Tres pechos. Triángulo.
Un lagarto azul se enrosca entre sus tripas
Su boca es una ameba triste... Fagocita.
Lecho vacío. Letrina. Él ya no viene.
Se aleja. Se proscribe en el delirio de la noche.
Y la niña sin nombre traga y trinca.
Un recipiente. Una fuente de luz. Un maná.
Un extenso pezón y una boca.
No importa si faltan los abrazos.
No importa el pan. La espiga ni la sal.
Y llegan los gritos de los muertos.
La guadaña es un reloj de arena.
Aquilón dispersa las escuálidas nubes.
Crece el secreto de la raíz y el tallo en el desierto.
Un cielo vertical protege su universo descalzo
Ha aprendido. Nadie elude la muerte.
Nadie elude la vida. Hierba de salvación.
Si tienes boca, bebe. Si tienes boca, besa.
Si tienes boca, habla. Si tienes boca, muerde.
Si tienes boca escupe. Si tienes boca incendia.
Y grita, grita, hasta sangrar tu nombre.
Amelia Arellano
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