Desnudo el corazón



¡Oh, si todos fuésemos
por la vida
con el corazón desnudo!
Si el pecho fuera de cristal,
tan claro y tan fino,
que nada en el mundo
pudiera cubrirlo:
ni la seda,
ni la noche,
ni las montañas,
ni los mares,
ni la muerte.

Si pudiéramos ver
todos los corazones
a través del pecho:
¡Cuán luminosos unos,
cuán tenebrosos otros!
Corazones cantando,
corazones llorando.
Corazones llagados
y encadenados
a los odios
y a la sombra
de la avaricia y del mal.

Cuántos corazones
turbios
como el de Midas y Judas.
Cuántos corazones negros
como aquel de Torquemada,
que viven siempre deseando
la terrible inquisición.

Si todos llevásemos
el corazón a flor de piel
para reír y cantar:
cuántos hombres
como niños,
y niños como ángeles:
alegres de claridad.

Vamos a pedirle a Dios
que nos deje el corazón
desnudo.
Vamos todos los hombres
y las mujeres de la tierra.
Pero nadie se mueve.
¡Nadie!
Tal vez Jesús y Gandhi,
y otro puñado de hombres
en cada ciudad del mundo,
se hubiesen movido para pedirle a Dios
que nos deje el corazón
¡desnudo!
 
 
Rosa Virginia Martínez
en Signo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario