Alrededor de mi cuerpo
Las Substancias Primeras
son boas estelares
regando sus caricias
terriblemente eléctricas.
Me besa el fuego,
me besa el agua;
me besa el viento;
me besa la tierra.
Y el beso luminoso;
o el beso tembloroso;
o el beso impreciso;
o el beso angustiado;
enciende mi carne;
enciende mis nervios;
enciende mis huesos;
enciende mi alma.
Por eso soy inquieta como una pira;
por eso soy vibrante como una lira.
Comprende, comprende,
pobre hombre que juzgas
conforme a tus leyes humanas.
El Arcano ha querido
que glorifique al Mundo,
riente como rosa
en la cruz del beso.
Lo frívolo mío
es el ardor mirífico
de los cuatro Puntos,
es el gemido lírico
del fuego, del agua,
del viento y la tierra,
boas estelares
que me vuelven mítica.
¡Vaya! No me juzgues
conforme a tus leyes humanas.
Yo soy la llave de oro
con que abrirás las puertas
sublimes de la vida
verdadera y eterna,
sin la carroña sucia
de las poses sociales creadas por tu mente.
Sabe que existe un mundo
sin leyes ni preceptos,
donde todo se irisa
con los vapores tenues
del ritmo sideral.
Compréndeme ahora,
por qué el fuego y el agua
por qué el viento y la tierra
me llena de besos terribles y astrales:
la carne,
los nervios,
los huesos,
el alma.
Mírame: soy de pétalos.
Óyeme, soy de ritmos.
Mi carne es tu deseo
donde mi fuerza y tu miseria veo.
Mi pentagrama es la brisa
donde asciende y desciende mi risa
Más allá, más allá, más allá,
mucho más del etéreo cristal
de mi alma se halla la causa
de mi vanidad.
Habla, grita, protesta, lamenta,
llora, ruge, blasfema, maldice,
si pretendes saber las razones;
si ambicionas saber el arcano
y estupendo organismo del Todo,
sube al antro en que el astro divino,
bella araña entreteje su maya,
bajo el fondo tremendo y obscuro,
o anda luego, ignorante, sin miedo
por el hilo muy fino y muy níveo
del suspiro que tiembla en mis labios
y regresa y explica la altura,
el asiento pedestre del antro,
y di a gritos si aquello es más grave,
y más fuerte, y más hondo, y más sacro
que la causa de mi vanidad,
copo de humo intangible que se halla
más allá del cristal de mi alma,
mucho más, más allá, más allá...
Ahora compréndeme,
pobre hombre que juzgas conforme
a tus leyes, blancos esqueletos.
Lo frívolo mío es el ardor mirífico
de los cuatro Puntos.
Al rededor de mi cuerpo
las Substancias Primeras
son boas estelares
regando sus caricias
terriblemente eléctricas.
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