Sirena que en el sueño me has llamado
desde tu frágil costa de neblina:
en tu vaga canturia ultramarina
un reclamo de abismo me ha llegado.
Tal vez me tengas, de coral labrado,
para el final descanso, almohada fina
y extraigas ya de la profunda mina
la nácar que perfile mi costado.
Hoy, frente al mar de arpas renovadas,
yo, la que nunca por el mar anduve
y nunca entre mis manos timón tuve
ni remo para islas alejadas,
siento que el barco de la muerte sube
hacia mí con las velas desplegadas.
Juana de Ibarbourou
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