Cuando me da la pena su punzada
y el corazón reboza de amargura,
me parece que el alma en su tortura
se va... por los espacios, desolada.
Entonces, como el pájaro perdido
en la región que el gran misterio esconde,
mi pensamiento, sin saber a dónde,
vuela... detrás del alma que se ha ido.
Y al volver a encontrarse es tal el gozo,
tan grata la emoción y el alborozo,
que olvidan su dolor y su honda pena,
y con flores de amor y de ternura,
en el misterio de la noche obscura
tejen una simbólica cadena.
Zoraida Díaz
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