XCVI



Tu capricho y tu edad, según se mire,
provocan tus defectos o tu encanto;
y te aman por tu encanto o tus defectos,
pues tus defectos en encanto mudas.
 
Lo mismo que a la joya más humilde
Valor se da en los dedos de una reina,
Se truecan tus errores en verdades
Y por cosa legítima se tienen.
 
¡Cómo engañara el lobo a los corderos
si en cordero pudiera transformarse!
¡Ya cuánto admirador extraviarías,

si usaras plenamente tu prestigio!
Mas no lo hagas, pues te quiere tanto
Que si es mío tu amor, ¡mía es tu fama!


William Shakespeare
trad. de M.M. Láinez

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