Ya que para mí no vives



Ya que para mí no vives
 y no te han de ver mis ojos,
 pues te he perdido;
 daré lugar a mis penas
 en la triste soledad
 en que hoy me miro.

Tú me miras el precepto
 de que olvide para siempre
 tus atractivos,
 cuando solo con la muerte
 sepultara esta memoria
 en el olvido.

 Te lloraré eternamente
 como prenda inseparable
 del pecho mío;
 iras impresa en el alma
 dejando mi triste cuerpo
Cadáver frío.


Mariano Melgar

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