Abismo



Me llaman tus ojeras tenebrosas
y tus débiles brazos enredados,
y el cielo me penetra en sus agujas
y el aluminio en su fulgor prestado,
mientras crece en la ruta de los vientos
la lívida semilla de los astros.

Y en el légamo se abre, como un lirio
en venenosas algas, injertado
tu rostro, en un azul desvanecido
y tus ojos dispersos y mojados.
¡Y cómo rueda tu cabeza blanca
sobre el cieno en que yaces derribado!

Y hay un bosque de pálidas adelfas
y una medusa en su fulgor rosado
custodiando la sed de tu sonrisa
y la tiniebla de tus ojos vagos.
¡Mientras aúllan en la noche torva
los silbos del olvido, desatados!

En la sentina de mi barco, crecen
unas manos obscuras, unos tallos
trepadoras de un verde macilento
como tu cuerpo y tus impuros brazos,
¡Y hay una flor que nace de sus venas
parecida a tu rostro deshojado!

Esta noche tal vez te necesite.
Vendré sola a la paz de tus ojeras.
Tú alzarás la cabeza coronada
y la mano seráfica y deshecha.
¡Y apoyaré mi corazón desnudo
para bajar a tu final tiniebla!


Chela Reyes

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