El paseo del sastre desnudo

 
 
Después de clavar esa aguja
con dos manos en la silla
y cerrar ojales y cortinas,
camino.
Puede que observe los vinos o el río
o doble bruscamente las esquinas
tratando de huir
del figurín oscuro que me sigue,
o puede que de pronto me detenga
y cierre mi único ojo y mi bordado
con un nudo negro sin más hilo.


Gonzalo Millán

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