Efraín Barquero

Sergio Efraín Barahona Jofré
Piedra Blanca, Curicó, Chile, 3 de mayo de 1931.
El lobo del hombre / Días tristes, días felices / Si he de tener contigo un hijo / Receta para el amor / Más sencilla que el agua / El cuchillo enterrado / El poema en el poema ( * / * )
>Efraín Barquero en LetrasS5.com. Selección de poemas, artículos, entrevistas.
>Biblioteca Nacional de Chile, Memoriachilena.cl.

 
El lobo del hombre

Soy el lobo del hombre, soy el perro del hombre.
Soy el frío del amanecer, la raíz del frío.
Soplo el fuego, soplo la hoja del cuchillo,
pero ninguno de los dos sabe mi nombre.
El perro me lame los pies, el lobo me lame las manos,
pero ninguno de los dos sabe mi nombre.
Sólo lo conoce la madre de todas las sentencias.
Odio mi cara con hocico de lobo, con ojos de perro.
Odio la mano con que me la cubro.
Odio y amo la maldición escrita en mi frente
porque me liberó de todo amor, de toda culpa.
Amé primero el ruego mudo en los ojos de las bestias
y después la mueca ciega en la boca de los hombres.
Escuché aullidos, rugidos, mugidos, balidos.
Y alabé al dios de los animales con un rostro como el mío.
Con una mancha morada como una herida abierta.
Amé ese dios de rostro desnudo y odié el de los hombres,
el del rostro cubierto con una mano.
Con mi propia mano manchada para siempre.
Nací con esta deuda y moriré sin pagarla.


Días tristes-Días felices

Viven tan poco los animales
y en cada uno de ellos
hay algo de mi vida que se niega a morir
y en cada uno hay un llamado mío
un oscuro deseo que ellos sólo conocen
porque son como el juego inventado por los días tristes
con los días felices.
Ellos aprendieron a ladrar y a maullar nombrándome
pero vivieron muy poco para seguirme desde lejos
hasta verme desaparecer en los caminos
y cada vez que me alejo de un lugar
yo los siento venir a mi garganta como un sordo
y dulce gemido.
Cuando los niños o los animales me olvidan
yo también me olvido por qué la lluvia y la nieve
me hacían tan feliz
yo también me olvido por qué he vivido hasta ahora.


Si he de tener contigo un hijo

Si he de tener contigo un hijo,
que éste llegue
cuando nuestra casa sea toda la tierra.
Si hemos de dejar un heredero,
que éste venga
para mirar sin asco nuestro mundo.
Si he de hacerte madre,
que sea con amor
y no con verguenza de vivir y de ser hombre.
Si hemos de traerlo, conquistemos para él
el derecho de ser libres
para que después no nos maldiga.
Conquistemos la tierra donde habrá de crecer,
para que después no nos olvide
al no encontrar nuestras raíces.
Conquistemos la paz en que habrá de construir,
para que después no nos desprecie
al impedírselo sus propios hermanos.
Que nuestro hijo rasgue en dos tu vida
y tu grito de dolor conmueva las estrellas;
hienda en dos mi canto, y por mi herida
entre el sol a todas las conciencias.


Receta para el amor

Para males de amores
dormir tres días,
dormir con ropa puesta
y luz prendida.

¿Y luz prendida?
Dormir tres días,
sus manos y sus ojos
que desvivían,

desprender su fragancia
con agua fría,
en la mañana
de los tres días.

¿De los tres días?
¡De tres mujeres
con que dormiste
estos tres días!


Más sencilla que el agua

Más sencilla que el agua corriente,
como el viento que sopla, como el fuego que arde,
es nuestra alianza de mujer y hombre.
Un rincón en la tierra, un pedazo de cielo,
¡pero la libertad de desear para mañana
un día más ancho para nuestros hijos!

Nos contentamos con un vaso para beber el cielo.
Nos basta una ventana para que sea nuestro el sol.
Con una silla de paja y un cántaro de vino
en un amigo acogeremos a la humanidad.
Con sólo una herramienta podremos defendernos
y llenar con el barro el sueño que adoremos.
Con sólo una camisa y un vestido azul
podremos vestir de amor más glorioso.

Nos basta con un beso para ser felices,
nos basta una mirada para comprender el mundo,
nos basta una palabra para expresarlo todo,
que tú te escondas, en mi pecho, en la noche,
para sentir hasta la ternura de las bestias,
qué tú puedas vivir, que yo pueda vivir,
no necesitamos más para ser felices.
¡Pero que no nos vayan a quitar el derecho
de mirar hacia dónde partirán nuestros hijos!


El cuchillo enterrado

Su rostro se ha vuelto como una máscara
hecha de agua y tierra que las lágrimas deshacen
cuando se come solo el pan desenterrado.
Abre de par en par todas las habitaciones,
acuesta el reloj de pared, cubre los espejos.
Qué hacer. Coge el viejo cuchillo ennegrecido
por los años y roído por un gran remordimiento.
El cuchillo desnudo como el mar en un pez,
desnudo como la tierra en una sola semilla.
Lo coge y lo entierra mirando a todos lados
sobre un gran pan con un chasquido sordo
como si atravesara la palma de una mano extendida.
Lo empuña de nuevo y se hace un corte en el muslo
que embebe con un trozo de ese mismo pan
como si esta fuera su comida desde ahora.
Y prueba la sangre de dos heridas abiertas
-la suya y la que nunca se conoce en los otros.
Ninguna respuesta. Dispone doce copas en la mesa
y las llena de vino hasta los bordes.
Después la quiebra contra el techo y los muros.
Se produce un gran silencio. Y se queda inmóvil
aguardando con los ojos cerrados.


El Poema en el Poema

Si amé la poesía fue porque creí en ustedes
porque quise hacer de lo disperso una sola unidad.
Cuántas veces fui de la puerta al pozo con los ojos cerrados
y jamás me equivoqué porque tenía sed.
Y yo creí en los hombres cuando el animal abrevan
cuando duermen sentados la última parte de su vida.
Creí en la mujer con su eterno niño en brazos
cuya leche perdona a la madre, al padre y a su hijo.
Creí en el cavador de pozos cuya vida transcurrió sin dejar huellas
andando por debajo de la tierra, buscando el cauce originario de un río
y cuya mirada orienta aún a los caballos
porque conoce la máscara de polvo y de sudor de la sed.
Creí en el eterno captador de venas ocultas
en el nudo apretado de tinieblas que es el árbol.
[...]


Los verdaderos poemas son los póstumos...

Los verdaderos poemas son los póstumos
que se escriben a oscuras con la luz del relámpago.

Busquemos la llave que el mismo poeta escondió
en lo más visible del árbol
su desnudez de invierno
o en lo más oculto de la raíz
su sombra cuando florece.

Es bella una página como una mano abierta bajo la lámpara
con que se alumbran las tinieblas del origen
la tierra que un niño al nacer
hace nacer
que un hombre al morir
hace morir

Oigamos su acento más puro
el de su propio silencio
parecido al silencio del animal mirando el mundo
y sabremos por qué se vive y se muere.
El poeta no alcanzó a decirlo y ése es su mérito mayor.
Abolir el tiempo es escribir un poema verdadero.
 
Efraín Barquero


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