Germán Choquevilca


Germán Walter “El Churchi” Choquevilca
Tilcara, Jujuy, Argentina, 9 de abril de 1940 - 21 de diciembre de 1987.
Después será verano / Cuando me fui / Muchacha azul, princesa americana
 
Después será verano

Este otoño me está mordiendo el alma
demasiado temprano.
Las hojas de mi sueño van cayendo
¡Ya no tendré verano!
Me quedaré solo con mis cosas
¡tan solo con un árbol!
Con el silencio azul de mis mañanas
¡con mis sueños de pájaro!

No buscaré, ni sombra, ni refugio
no necesito amparo,
quiero hundirme
en las noches que me faltan
con tu nombre en mis labios,
te llamaré por siempre,
en este tiempo
en otoños dorados.

Cuando el viento te nombre,
en las acequias
y en el álamo alto,
cuando mirando el sol
de cada tarde,
te llame aquí a mi lado,
para juntar tu nombre con el cielo,
con las rosas de mayo.

Este otoño me sube por la venas
con un sudario amargo,
como un frio puñal
¿Quién lo diría?
que clavaron tus manos
El día que te vayas, no me avises,
por que será verano...
me habré quedado, solo en el otoño
con mis sueños de pájaro.


Cuando me fui

Con mis manos gastadas de mendigo
me aleje de tus pasos sin retorno.
Iba hacia el sud, desnudo de palomas,
con un sol de maíz sobre los hombros.

Bajo mis pies el vientre de la tierra
era un largo horizonte de sonrojos.
Me empujaban los pájaros del viento,
el herrumbre infinito del otoño.

Iba solo de nombres de mujeres.
Iba envuelto en harapos majestuosos.
Quizá buscaba la luz que me negaron
en el sol terminal del territorio.

Dejaba el clima del hombre sedentario.
¡Era austral la derrota de mis ojos!
Llevaba un dios pagano en las alforjas
y la herencia de América en el rostro.

Crucé el río divisor de latitudes
Sobre el relincho espeso de los potros.
Allá lejos un cielo ultramarino
limitaba el espejo de mi asombro.

Atravesé las urbes de la tierra,
la igualdad vertical del equinoccio.
A mis ojos, la luz de las ciudades
eran selvas de enjambres luminosos.

Cuando extendí mis dedos alfareros
para entibiar mi sangre en los rescoldos,
un abrazo centrífugo de asfalto
me arrastró en un tumulto pegajoso

La vorágine gris del mecanismo,
reclamaba un esfuerzo poderoso:
dejar el alma detrás de los suburbios
y guardar el rebaño de los lobos.

Reconquistar el sol, las libertades,
fue a regresar en sueños al otoño.
Recuperar mi credo americano,
fue reunir en silencio mis despojos,
decir adiós al hombre programado
y perderme en los cielos anchurosos.


Muchacha Azul, Princesa Americana

Cáliz de luz, fecundo sueño agrario,
doncella con alforjas de esmeralda.
A tus plantas un río de salitre,
otro río de cuarzo a tus espaldas.
Y allá a lo lejos, entre vos y el cielo,
la hidrográfica senda del Huichaira.

Pupila del ocaso interminable,
sueño indio, sepulcro de la raza.
Desde la noche oscura del incario
hasta el alba naciente del mañana,
custodiarán el sol de tus umbrales
y los eñestos cardones del Pucara.

Matriz del viento, origen de la sombra,
ofertorio otoñal de las calandrias,
duerme la siesta del maíz fecundo
sobre el tálamo gris de tus pisadas
hasta que el hombre de la mano ruda
abra en surcos la paz de tus entrañas.

Abre tus brazos al rosal latino,
no levantes ni cercos ni murallas.

Que tus mollares le den sombra y abrigo
al criollo, al europeo y al aimara,
y que lleven tu nombre por el mundo,
muchacha azul, princesa americana.

Cuando el verano te devuelve el río
y tus noches se enciendan de guitarras,
un cortejo de grillos escondidos
prenderán de tu nombre un pentagrama.
Y desde el verde lampazar nocturno,
un coro anfibio entonará tu nombre

Tilcara
 
Germán Choquevilca

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