Paseo Colón

 
 
Los chicos no guardan juguetes ni recuerdos,
a los juguetes, por verles adentro, los hacen pedazos
y cada pedazo es un juguete,
los días que pasan no son en realidad días que pasan,
al final de cada día es de noche y se duermen.
Los hombres a veces son pero no son como los chicos,
guardan pedazos de juguetes, guardan recuerdos,
y hasta a veces los recuerdos son como juguetes,
pero nunca es el día que siguió lleno de luz toda una noche,
pero jamás será toda esa noche que no quiso amanecer.
Ese hombre cara de chico que se durmió en el viejo almacén
se quedó haciendo tiempo y entibiando el vino,
haciendo pedazos como un chico las puntas del diario.
Hizo tiempo, recordó todo el tiempo, bebió todo el vino
y los ojos, sin querer, se le cerraron,
cuando despierte no tendrá cara de chico,
cuando despierte será todavía de noche
y la noche tendrá menos calor
pero mucha más fuerza que el vino:
el vino aunque tibio jamás será ese día ni esa noche,
cuando era chico las noches llegaban para dormir.
Los hombres, cuando beben vino, recuerdan que eran chicos
pero ya no pueden ni quieren realmente ni son chicos,
y al viejo almacén de Paseo Colón viene el sueño:
los que pasan por la calle lo miran y algo comprenden,
cuando eran chicos miraban solamente los juguetes
y en plena tormenta navegaban,
una caja de zapatos era un barco,
cada pedazo de barco en el naufragio era otro barco,
y podían caer, beber, rodar, morir, siempre llegaban.


Szpunberg Alberto
en Juego Limpio, 1963.

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