¡Oh! tardes otoñales color de la violeta,
bellas imitadoras de la tristeza mía,
dejad que mis ensueños morbosos de poeta
se pierdan en la sombra donde se esconde el día.
¡Oh! tardes barnizadas de gris melancolía,
llevadme en vuestras llamas cual bíblico profeta
hacia el palacio negro, la clásica armería
donde el dolor se oculta como un anacoreta.
Allí, en las tinieblas feroz le arrancaría
en titanesca lucha, la espada y la careta,
el filtro donde guarda la santa poesía,
(la peregrina novia de ese infernal atleta).
¡Oh! tardes otoñales color de la violeta,
bellas imitadoras de la tristeza mía.
bellas imitadoras de la tristeza mía,
dejad que mis ensueños morbosos de poeta
se pierdan en la sombra donde se esconde el día.
¡Oh! tardes barnizadas de gris melancolía,
llevadme en vuestras llamas cual bíblico profeta
hacia el palacio negro, la clásica armería
donde el dolor se oculta como un anacoreta.
Allí, en las tinieblas feroz le arrancaría
en titanesca lucha, la espada y la careta,
el filtro donde guarda la santa poesía,
(la peregrina novia de ese infernal atleta).
¡Oh! tardes otoñales color de la violeta,
bellas imitadoras de la tristeza mía.
René Fernández López
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