No le digas



No le digas, Estrella, que de noche suspiro,
ni le cuentes, tampoco, que en el azul navego;
que no sepa que, triste, ni advierto lo que miro
y no se entere nunca del porqué de mi ruego.

No le digas, Jazmín, que tu fragancia aspiro,
recordando su amor para llorarle luego,
y que es entonces sólo cuando amante respiro
y en tu casto perfume encuentro mi sosiego.

Dile Estrella, mejor, que contemplo dichosa
la lumbre de tu luz a mis deseos, fiel.
Dile Jazmín, siquiera, que el lirio y que la rosa

consuelan como tú en el antiguo vaso.
(Y que guarden los dos —sin que lo sepa él—,
el amor que le tuve y que me tuvo, acaso).
 
Marilina Rébora

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