Ventana huérfana con cabellos habituales,
gritos del viento,
atroz paisaje entre cristal de roca,
prostituyendo los espejos vivos,
flores clamando a gritos
su inocencia anterior a obesidades.
Esas cuevas de luces venenosas
destrozan los deseos, los durmientes;
luces como lenguas hendidas
penetrando en los huesos hasta hallar la carne,
sin saber que en el fondo no hay fondo,
no hay nada, sino un grito,
un grito, otro deseo
sobre una trampa de adormideras crueles.
En un mundo de alambre
donde el olvido vuela por debajo del suelo,
en un mundo de angustia,
alcohol amarillento,
plumas de fiebre,
ira subiendo a un cielo de vergüenza,
algún día nuevamente surgirá la flecha
que abandona el azar
cuando una estrella muere como otoño para olvidar su sombra.
Luis Cernuda Bidou
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