Tetzcoco, México antiguo, 1402 - 1472.
Percibo lo secreto
Percibo lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
de cuatro en cuatro nosotros los hombres,
todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra…
Nadie en jade,
nadie en oro se convertirá:
en la tierra quedará guardado
todos nos iremos
allá, de igual modo.
Nadie quedará,
conjuntamente habrá que perecer,
nosotros iremos así a su casa.
Como una pintura
nos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando
nos vamos a su casa.
Se acercó aquí,
hace giros la tristeza
de los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
aunque fuerais de jade,
aunque allá iréis,
al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.
En el interior del cielo
Sólo allá en el interior del cielo
tú inventas tu palabra,
¡dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
del Dador de la vida…
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?
Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzáos, todos tendremos que ir
a la región del misterio.
Nezahualcóyotl

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