El beduino



Con mi cimitarra de oro moldearé la arena para que tú duermas.

Con mis manos moras
levantaré la tienda que proteja tu rostro de la noche
                  para que las estrellas no te roben luz.

Me quitaré el turbante y envolveré con él tu pequeño cuerpo
                   para que el sol no arda en ti más que mi cuerpo.

Luego adornaré mi caravana
con cascabeles de un mar lejano y relámpagos de plata
y me iré.

Y cuando mi ausencia sea más poderosa que el fulgor del desierto
volveré.

Volveré a buscarte, amor mío,
porque entonces sabrás que el amor -que todo lo une-
nos alentará a marchar junto a los otros
para que de una vez el mundo cambie.


en La balada del pájaro tinto,
2005, Ediciones del Viento.

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