Al llegar la noche no podía dormir,
busqué mi cuaderno y me puse a escribir:
Un lugar chiquito
de arbustos enanos,
donde se escondían los escarabajos.
Entre sus raíces, bordeaba una fuente,
Cangrejos y peces saltaban de un puente.
Los niños veían castillos y duendes,
y carros fantasmas bailaban merengue.
La luna radiante
alegre cantaba
junto con los grillos
y un grupo de ranas.
Carmen Virginia Rodríguez
en Cuentos y poesías para niños
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