A Sofía de González Llorca
I
A ti la de radiante y angélica hermosura,
la rubia de ojos negros que lleva el traje azul,
la del lunar lascivo junto a la boca pura,
mujer hecha de aroma, música y de luz.
II
Voz que adoras me ruega que escriba
aquí en esta hoja mi nombre manchado:
¡el atraiga y reciba
de tus ojos el lustre dorado!
III
hurgo el arte que admiro y reverencio,
y así doy con exégesis gloriosas
que unir a la hermosura y el silencio
de las calladas y divinas cosas.
IV
El odio que alimentas no me extraña,
sólo pagas rindiendo cual valiente
el sentimiento indómito y ardiente
que se retuerce en mi convulsa entraña.
Por eso...
en medio de mis odios te venero,
por firme, por valiente,
por sincero.
V
San Antonio y Cantoche son dos puntas
que se presentan en la mente mía
como dos manos que estuvieron juntas
y se siguen buscando todavía.
VI
Bendita tú, la del cantar que admiro,
la que muestra una fe libre de peste,
y en la pública fuente echa el zafiro,
la gota azul, el talismán celeste.
VII
En tu recado encontré
ortográficos excesos;
y no me explico por qué,
al pedirme veinte besos,
pusiste besos con pe.
A ti la de radiante y angélica hermosura,
la rubia de ojos negros que lleva el traje azul,
la del lunar lascivo junto a la boca pura,
mujer hecha de aroma, música y de luz.
II
Voz que adoras me ruega que escriba
aquí en esta hoja mi nombre manchado:
¡el atraiga y reciba
de tus ojos el lustre dorado!
III
hurgo el arte que admiro y reverencio,
y así doy con exégesis gloriosas
que unir a la hermosura y el silencio
de las calladas y divinas cosas.
IV
El odio que alimentas no me extraña,
sólo pagas rindiendo cual valiente
el sentimiento indómito y ardiente
que se retuerce en mi convulsa entraña.
Por eso...
en medio de mis odios te venero,
por firme, por valiente,
por sincero.
V
San Antonio y Cantoche son dos puntas
que se presentan en la mente mía
como dos manos que estuvieron juntas
y se siguen buscando todavía.
VI
Bendita tú, la del cantar que admiro,
la que muestra una fe libre de peste,
y en la pública fuente echa el zafiro,
la gota azul, el talismán celeste.
VII
En tu recado encontré
ortográficos excesos;
y no me explico por qué,
al pedirme veinte besos,
pusiste besos con pe.
Salvador Díaz Mirón
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