Los gorriones



Dentro todo es silencio y sombra todavía; 
afuera entre las rejas de los amplios balcones 
que doran las primeras claridades del día 
revuelan bulliciosos y a solas los gorriones.

Son bandada, y oyéndolos, acaso, se diría 
que de alegres coloquios fueran conversaciones 
esas músicas locas de tanta algarabía 
y que en prueba amorosa hasta entonan canciones.

Libres, despreocupados en agreste existencia, 
dichosos visitantes del matinal concierto 
dan vibrante poesía al ambiente prosaico; 

pero purgan a veces, también, su independencia, 
que al abrir la ventana caído en el mosaico 
suele encontrarse alguno —abiertas alas— muerto.



Marilina Rébora

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