El envase que contiene nuestra vida
tiene elaboración y vencimiento
fechas objetos de interrogatorio
que se proyectan a partir del nacimiento.
La tragedia trata con cierta precisión
destino y condición del rito funeral
datos que no se abrevian ni se estiran
que siempre forman parte de un orden natural.
La ricota vencida al tacho de los desperdicios
la leche al inodoro la fruta al basural
la poesía vencida va a la librería
donde la adquiere el perdedor de tiempo habitual.
Hay cosas que no traen escrito el vencimiento
los sentimientos los dientes la brillante mirada
la ausencia de los besos la fuga del cariño
el odio por la humillación soportada
por la lealtad prometida y traicionada.
La muerte siempre tiene un as bajo la manga
es una fecha en el puño de la camisa blanca
también los instrumentos con que arranca la verdad
y los guantes de cabritilla para usar la picana.
Así cualquiera confiesa su día de vencimiento
su año de decadencia y su infierno en la vida
nadie se juega de punta a punta en su existencia
ni el que ve llegar su turno, ni el suicida.
tiene elaboración y vencimiento
fechas objetos de interrogatorio
que se proyectan a partir del nacimiento.
La tragedia trata con cierta precisión
destino y condición del rito funeral
datos que no se abrevian ni se estiran
que siempre forman parte de un orden natural.
La ricota vencida al tacho de los desperdicios
la leche al inodoro la fruta al basural
la poesía vencida va a la librería
donde la adquiere el perdedor de tiempo habitual.
Hay cosas que no traen escrito el vencimiento
los sentimientos los dientes la brillante mirada
la ausencia de los besos la fuga del cariño
el odio por la humillación soportada
por la lealtad prometida y traicionada.
La muerte siempre tiene un as bajo la manga
es una fecha en el puño de la camisa blanca
también los instrumentos con que arranca la verdad
y los guantes de cabritilla para usar la picana.
Así cualquiera confiesa su día de vencimiento
su año de decadencia y su infierno en la vida
nadie se juega de punta a punta en su existencia
ni el que ve llegar su turno, ni el suicida.
Jorge Hacker
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